hay momentos en los que no te importa morir porque no te importa nada
y hay otros momentos dónde no te importa morir porque el placer es muy grande y sentís que todos tus deseos están satisfechos
no sé si mi humor fue evolucionando con el clima
o el clima fue cambiando según mi humor

(dialéctica cero)
te dije que te extraño
pero en realidad no sé si te extraño
creo que en realidad me extraño a mi con vos
extraño esa vida mucho más despreocupada
mucho más liviana

intensa
pero no como ahora
mucho menos como hoy que el día empezó divino pero se fue nublando y mi buen humor se fue con el sol y con el gatito que encontramos que desaparecio esta mañana,
y con mis ganas de depilarme,
y con mis ganas de escribir/ te.
la cantidad de veces que fantaseé con encontrarte de casualidad
en esa esquina por donde caminamos una vez y me agarraste la mano
en ese banco donde vimos el atardecer después de una tormenta
en esa cuadra donde sé que está tu casa
en esa casa donde sé que te juntás con tus amigos
en ese bar en donde nos conocimos
en esa vereda que está hecha mierda por donde volvimos esa noche de la cual tengo muy pocos recuerdos...

pero eso nunca paso
y hoy te encontré de casualidad en el supermercado chino
(nunca un lugar menos romántico)
yo, con la cara destruida por el resfrío, sosteniendo un paquete de salchichas
y vos no sé
ya no me importabas.

para estar en mi cama tenés que competir con las pelucas y las boas de plumas
tenés que abrirte paso 
hacerte un lugar
entre tanta guirnalda de flores de plástico, 
corazones fluorescentes 
y pajaritos
tenés que tener mucho color
para no perderte entre la multitud que me rodea
tenés que aceptar a mi gata a los pies de mi cama del lado derecho
(o del izquierdo, según desde donde se lo mire)
del lado del borde duerme, no del lado de la pared


tenés que tolerar que entre luz por la ventana a la mañana
y tenés que tolerar que me cueste mucho compartir mi cama.