En "La mujer habitada", una bella novela,
la protagonista dice que no quiere ser la vera del río de su compañero
a la cual él pueda volver cuando necesita un descanso
ella quieta esperando ser la proveedora de calma
el nadando con la corriente.
No
eso no.
Después conocí a una chica que se llama Vera
y me pareció un hermoso nombre.
Quizá pueda convivir con ambas acepciones.